miércoles, 31 de marzo de 2021

Segundo capítulo de Inevitables


Hoy sí que sí... ¡Miércoles Addams!
Ay, estoy nerviosa porque es la primera vez que Oliver va a hablar y, bueno... quiero decir mucho, pero creo que es mejor no decir nada.

    Me repito: Oliver es uno de mis personajes masculinos favoritos. Y eso que el listón está altísimo, desde Déniss hasta Alex. Y eso que surgió de la nada y eso que no soy yo de yogurines. Mira, pensé que no tenía nada en común con Cassandra, pero coincidimos en algo importante. 

    Lo sé, me dejo de rollos y voy al libro. Solo decir que con este capítulo adquiere sentido el primero y es que hay que verlo como un todo, el mismo momento desde las dos perspectivas. Después de esto trascurre un año y da comienzo la historia como tal. Y ya no cuento nada más porque en nueve días lo tendremos. ¡Diez días! Vamos allá.


Epifanía 

Aparición, manifestación o fenómeno a partir del cual se revela un asunto importante 

Oliver

Era otro verano más en el mismo pueblo aburrido. Nacho llevaba ya un par de semanas allí suplicándome que por favor, no lo dejara solo. Como si dependiera de mí que mi abuela se muriera o no. El primer verano con mayoría de edad se presentaba así: o como siempre, en el pueblo fantasma de mi madre, o de velatorio en el de mi padre. Muy emocionante, lo sé. Si no había ningún contratiempo, todo seguiría como cada verano. Ese era el acuerdo al que habían llegado mis padres y que por supuesto, habían tomado sin contar conmigo. Para ellos seguía siendo un crío, pero lo que no sabían es que los dieciocho años de ahora no son ni de lejos como los de antes. ¿Cómo lo sé? Estoy harto de escuchar sus historias de cuando eran jóvenes. Se supone que todo eso que me cuentan sucedió hace apenas unos treinta o cuarenta años,  pero es como si me hablaran de un universo paralelo. Si supieran cómo corre la droga en las fiestas de mi instituto, fliparían. Solo si supieran que fumo se habrían vuelto locos, pero yo nunca he montado ningún episodio digno de un adolescente borracho, así que no tienen motivos para pensar en nada de eso. Soy bastante discreto. Me gusta ir a mi bola, pensar en mis asuntos. A los chicos de mi edad les interesan cosas que para mí no tienen el menor interés. ¿Raro? Puede ser.

Creo que mi «problema» es que nunca he sido demasiado niño. Es como si estuviera esperando a que mi cuerpo creciera para que se correspondiera de una vez con mi forma de pensar. Según mis compañeros, a mí me la pela todo. Y tienen razón.  Javi solía decir que soy un chulo sin remedio. No sé. La verdad que hasta eso me da igual. Mientras siguiera consiguiéndome tabaco, no me preocupaba nada más.

Javi es el único amigo que me llevo del instituto. Es un año mayor que yo. Nos encontramos un día fumando en un rincón el patio escondidos de la vista de los profesores y ahí surgió nuestra amistad. Entre colillas y olor a pis.

Mi madre quiere pensar que gracias a ella me presenté a las pruebas para la universidad, pero la verdad, fue gracias a Javi. No tenía pensado estudiar nada a corto plazo y menos ir a la universidad. No encajo en el sistema que nos quieren vender, así que espero encontrar el mío propio. Me presenté a las pruebas para no dejarlo solo ante el peligro. Se lo debía después de tanto tabaco gratis. Fue pan comido. No para él, que se pasaba los días y las noches estudiando, pero yo siempre he tenido facilidad a la hora de memorizar. En clase me bastaba con escuchar y creo que no he sacado mejores notas por pereza. Prefería dibujar, leer mis propios libros y no llenar mi cerebro con chorradas que no servían para nada, solo para darnos la ilusión de que encajamos en el mundo. Y da igual cuánto nos lo quieran hacer creer. No encajamos. El mundo tenía sus propios planes y entonces, llegamos los humanos. Puede que hayan pasado cientos de miles de años, pero seguimos igual de perdidos que los neandertales. Es más, me atrevería a decir que nosotros desencajamos mucho más. Conforme voy creciendo, más claro lo veo.

Pero bueno, volviendo al verano, Nacho me dijo que estaban reformando una de las casas del pueblo, en concreto, en la acera de enfrente. En todos los años que llevábamos veraneando en el pueblo, nunca había pasado nada. Literalmente nada, así que aquello era todo un acontecimiento que nos tenía de lo más intrigados. Ya se sabe, cuando no tienes nada que hacer, cualquier cosa te sirve.

—¿Y nadie sabe quiénes son los que se mudan? —le pregunté a Nacho una vez instalados en el soporífero pueblucho.

—Ni idea tío, estoy hasta nervioso. ¿Quién se muda a un pueblo de estos? ¡Y en pleno verano! Que la casa es comprada, ¿eh? Eso sí que lo ha podido averiguar mi madre.

Me encogí de hombros. Yo también estaba bastante intrigado, lo admito.

—¿Sabes? Puede que sea la chica de nuestros sueños —me dio un codazo dejando volar la imaginación.

—Pues espero que no. No quiero compartir chica contigo. Además, los dos sabemos que yo me la llevaría.

—Sí, claro —soltó una carcajada—. ¡Pero si apenas eres un chaval!

—Dieciocho frente a veinte no es gran cosa.

Ambos reímos. Nos gustaba mantener conversaciones sin sentido mientras lanzábamos piedras al lago o rompíamos palos en trozos pequeños para después verlos arder en una hoguera diminuta. Era como si volver al pueblo cada verano nos conectara con esa parte de nuestra infancia que se quedó allí y que ya nunca recuperaríamos. No es que nos consideráramos adultos, para nada, pero habíamos crecido juntos y sabíamos que ya no éramos unos críos.

Pasaron varios días y las especulaciones acerca de los nuevos vecinos ya se nos habían agotado. Habíamos visto movimiento de gente transportando muebles, incluso Nacho le preguntó a uno de ellos que quiénes eran los nuevos propietarios, pero tampoco lo sabía. Hacía un calor insoportable, seguramente fuese una de esas olas provenientes del Sáhara. Solo llevaba un bañador, pero sentía que me sobraba hasta la piel. Sonaba Sweet Child O’Mine de Guns N’ Roses por el viejo cassette de mi padre del que no me separaba ni para dormir. Íbamos a ir a darnos un baño en el lago, pero Nacho había escuchado un coche acercarse y nos sentamos en su portal a esperar a ver si por fin salíamos de dudas.

Un BMW blanco se acercó. Eso ya nos puso en tensión, pues en el pueblo no había coches así. La elegante mujer que se bajó de él tampoco encajaba. La chica de pelo azul que la siguió, más de lo mismo. Después se bajó el que supuse que sería el padre que, tras besar a la mujer, se puso a sacar cosas del maletero. Entonces la vi. Llevaba unos vaqueros cortos y una camisa de flores anudada a la altura del ombligo que dejaba ver un sugerente escote. El pelo largo recogido en una coleta. Le dijo algo a su madre y se abrazaron. Después se quedó allí, muy quieta, mirando cuanto había a su alrededor. La voz de Axl Rose nos envolvía.

 

She's got a smile that it seems to me

Reminds me of childhood memories

Where everything was as fresh as the bright blue sky

Now and then when I see her face

She takes me away to that special place

And if I stared too long

I'd probably break down and cry

 

 

Ella tiene una sonrisa que se parece a la mía,

me trae recuerdos de mi niñez,

donde todo era tan limpio como el brillante cielo azul.

Ahora y entonces, cuando veo su cara,

me lleva lejos a ese lugar especial,

y si mantengo la mirada mucho tiempo,

probablemente me derrumbe y llore.

 

Era perfecta. Hizo desaparecer a Nacho, al calor, a su familia, al pueblo entero e incluso al resto del mundo. Solo estaba ella. Ella y la flecha que me había atravesado el corazón. La sentí tal cual, disparada hacia mí y clavándose con fuerza en lo más profundo de mi ser. Fue un flechazo de manual.

—¡Hola! — la saludó Nacho.

Ella miró, pero ni siquiera sé si reparó en mí.

Contestó tímidamente y se puso a ayudar a su familia a sacar cosas del coche para meterlas en la casa. Aún sigo anclado en aquel momento. Fue de película.

Los días posteriores intenté acercarme a ella, pero no tuve éxito. Tampoco es que lo intentara demasiado; estaba aterrado. Nacho estaba igual de embelesado que yo, pero él si se presentó con su habitual desparpajo. La hermana pequeña era más sociable, pero ella se mantenía distante. Yo me las ingeniaba para espiarla cuando podía, sin comentar con Nacho ni una sola vez lo que había sentido. Él sí me hacía partícipe de todo cuanto ocurría, pero yo prefería mantenerme en un segundo plano. Puede que tuviera la intuición de que no valdría la pena. Puede que en el fondo supiera que en unos días nos marcharíamos de allí y que ya nunca la volvería a ver. Mi abuela murió ese verano, por lo que todo se truncó de repente. Pero la flecha siguió clavada. Nacho iba contándome que se estaban haciendo amigos. Sus padres lo habían invitado a cenar a su casa en varias ocasiones, habían dado paseos alrededor del lago, incluso la había visto en bikini, cosa que me hizo patalear como si tuviera tres años. También me contaba que la hermana pequeña era un poco pesada, pero compensaba el poder pasar un rato con Cassandra. Se besaron. Nacho tardó en conseguirlo, pero al fin obtuvo su deseada recompensa. Él le dijo que tenía que volver a Madrid y ahí fue cuando surgió. En una especie de despedida apresurada.

Mientras tanto, yo me moría de asco y de envidia en el pueblo de mi padre, soportando un verano digno de olvidar. Soportando el desgarro de la flecha y siendo testigo no presencial de cómo mi amigo se estaba llevando a la chica. De cómo él estaba viviendo mi historia de amor. Y entonces llegó septiembre, devolviéndonos a todos a la realidad. Colocándonos de nuevo en la rueda de la vida.

 

 

domingo, 28 de marzo de 2021

Primer capítulo de Inevitables

 


¡Miércoles Addams!

Ah, no, que hoy es domingo.

¡Domingo Addams!


    La razón de estar escribiendo hoy aquí no es otra que la de dar a conocer el primer capítulo de Inevitables. Me estoy saltando la rutina de los miércoles, pero la ocasión lo merecía. Si estás aquí porque estás deseando conocer las primeras páginas de este libro, házmelo saber. Si quieres que el miércoles publique el segundo capítulo, narrado por Oliver, dímelo también. 

    Este primer capítulo está narrado por Cassandra y espero que os guste. No me enrollo más, gracias por leerme.


Nimiedad 

Cosa inmaterial que tiene poca o ninguna importancia

Cassandra 

Llueve. Pero no es una lluvia densa, gris, fría y cerrada. No. Es una lluvia fresca, ligera, de color blanco, limpia. El cielo se ha nublado durante un segundo, justo cuando han caído las gotas con mayor fuerza, y luego ha vuelto a salir el sol. Como si alguien se hubiese encargado de darle a un interruptor allá arriba. Es una agradable tormenta de verano. Corta, refrescante, brillante. Ahora la hierba sonríe, la tierra respira, todo huele mejor. Seguramente, el que se ha encargado de darle al interruptor allá arriba, sabía que aquí abajo necesitábamos una ducha fresquita. Yo la necesito y eso que solo hemos cubierto la parte de cargar el coche hasta los topes. Todavía queda descargarlo todo y colocar cada cosa en su sitio. Eso es lo que menos me gusta y encima, con este calor asfixiante de primeros de julio. Intento colocar las ranuras del aire acondicionado de forma que me dé directamente en la cara. En el coche nuevo no solo sale el aire por el salpicadero, también la parte de detrás está climatizada. Incluso se puede ajustar los grados según el asiento. Papá dice que en invierno los asientos se calientan, como si tuvieras un radiador en el trasero. La verdad, a mí el mundo de los coches ni me va ni me viene, pero a papá le hacía mucha ilusión regalármelo al acabar la carrera y no me podía negar. Dice que es mi regalo, pero en realidad es para él. De hecho, le he pedido si podía conducir él hasta la casa del pueblo, con la excusa de no encontrarme todavía lista para hacer un trayecto tan largo, pero creo que los cuatro ocupantes de este coche sabemos que se moría de ganas por estrenarlo y su brillo en los ojos ha sido de lo más divertido. Como un niño con zapatos nuevos. No, como un hombre con coche nuevo.

—Papá, ¿cuánto falta? —pregunta mi hermana sin dejar de morderse las uñas. Me pone de los nervios, pero por alguna extraña razón, ella cree que es algo «guay».

—Cariño, ya falta poco. Y déjate las uñas quietas que al paso que vas te vas a comer hasta los codos. Recuerda que puedo verte por el espejo retrovisor.

—«La muñones» la vamos a llamar —suelta de repente mamá—. A punto de cumplir los dieciocho y mordiéndose las uñas como si tuviera seis.

—Para unas cosas creéis que soy ya mayorcita y para otras, una niña. A ver si os aclaráis.

—La palabra exacta es «niñata» —meto baza sin alzar demasiado la voz, al tiempo que le dedico una sonrisa de superioridad. Ella, a modo de respuesta, me saca la lengua haciendo un gesto burlón.

Me gusta pelearme con mi hermana pequeña, pero no delante de nuestros padres. Ellos enseguida se lo llevan a su terreno, lo sacan todo de contexto y se ponen a dramatizar. Supongo que al ser los dos hijos únicos no saben que las peleas entre hermanos son de lo más divertidas y que simplemente queda ahí, en cosas de hermanos. Sophie y yo nos llevamos bien, siempre ha sido así. A pesar de ser seis años menor, estamos muy unidas. A veces me saca de quicio con sus tonterías de adolescente, pero es bastante soportable. Incluso su vena rebelde aporta a la familia esa chispa tan necesaria. Si mis padres pensaban relajarse porque ya sabían lo que era tener una hija y no cabría esperar mayor problema con la pequeña, estaban equivocados. Sí, la experiencia es un grado, pero se suele decir que los hermanos pequeños son más revoltosos y en nuestro caso, no podía ser más verdad.

Yo soy la mayor, la responsable, estudiosa, obediente y dócil. Así que a mi hermana le ha tocado el papel de la alocada, rebelde, contestona y dispersa. Se ha negado a matricularse en ninguna carrera porque dice que primero quiere averiguar qué hacer con su vida. Parece una locura, pero es lo más sensato que he oído en mucho tiempo. Por mi parte, he aprobado con nota la carrera de Derecho, pero no por ello estoy en una situación diferente a la de Sophie. Mis padres tienen un bufete de abogados y la elección fue algo natural. Estaba familiarizada con el tema gracias a que siempre he prestado mucha atención a todo lo que hablaban en casa. Me resultaba interesante, creía que se me daría bien y sabía que tendría trabajo el día de mañana.

Pues bien, el día de mañana ha llegado y lo cierto es que no tengo ni idea de qué hacer. Mamá ha insistido en que empiece en la empresa familiar, pero no solo no me veo preparada, sino que me da un corte tremendo «ser la hija de». En su momento no creí que esto me importaría, pero después de mi paso por la universidad hay cosas que han cambiado. Según mi amiga Lara, ahora estoy menos mimada que antes, aunque sé que lo mío no tiene remedio. Mis padres tienen pasta, sí. Por lo tanto, aunque yo, Cassandra, no tenga nada en sentido tangible –vale, ahora tengo un coche–, lo cierto es que en modo figurado lo tengo todo. Me siento afortunada. Encima mis padres son buenas personas. Tanto que han organizado esta especie de verano sabático para que sus dos queridas hijas encuentren el sentido de sus vidas. ¿Qué padres hacen eso? Me consta que no muchos. La pobre Lara ha estado agobiada desde el primer día de carrera hasta el último. Que si la beca, los créditos, la matrícula, las notas, el trabajo… Yo, en cambio, he podido dedicarme a mis estudios de una forma tranquila, sin tener que hacer doble turno de camarera ni nada por el estilo. Ni tan siquiera pensar en qué iba a ser de mi futuro. No es justo, lo sé. También sé que todo esto no quiere decir nada y que solo es cuestión de suerte, supongo. Eso que llaman azar.

—Chicas, ya estamos llegando. Veréis cómo os va a gustar la casita. ¡Es tan mona! Y todo es tan tranquilo, tan silencioso. Esto nos va a venir genial como familia. Desconectar de la ciudad, respirar aire puro, pasear por el monte, conversar hasta la madrugada…

Mi madre «la mística» coge aire y mira a mi padre «el bonachón» con una cara de ilusión imposible de ocultar. Él pone su mano sobre la rodilla de mamá y la aprieta sutilmente. Me gusta cuando hace eso. Es un gesto sencillo que deja ver cuánto se quieren. Papá ha tirado la casa por la ventana este año. Yo tengo un BMW blanco y mi madre su casita de campo soñada en medio de la nada entre Madrid y Segovia. Creo que somos de los pocos madrileños que no huyen a la playa cuando empieza a apretar el sol, pero siempre hemos sido más de montaña. Mamá disfruta buscando pueblecitos de lo más solitarios y extrañamente fríos por las noches y además, este último tiene un pequeño lago. Eso ha sido lo que les ha hecho dar el salto definitivo para comprar la casa. Mi hermana está más picada de lo habitual al ser la única que no tiene regalito, pero papá le ha prometido que también llegará su momento. Ahora es el momento de mamá, que se baja del coche abriendo los brazos de par en par con una expresión de sorpresa digna del mejor de los magos.

—He aquí la casa. ¡Tachán! ¿A qué es preciosa? ¡Vamos, hijas, decid algo!

Sophie sale del coche y se queda mirando la casa con cara de estar oliendo algo realmente asqueroso. Yo miro desde la ventanilla intentando averiguar por qué mamá está tan emocionada. Solo es una casa vieja en medio de un pueblo perdido. ¿A qué viene tanta emoción?

—Hija, tu madre está como loca con esta casa, así que hazme el favor y dile que te encanta. Ya sabes cuánto tiene en cuenta vuestra opinión y no quiero tener que venderla, buscar otra… ¿Lo harás?

Sonrío a mi padre que siempre ha tenido una especie de sexto sentido para leerme la mente y salgo tras él con la mejor de mis sonrisas.

—Es preciosa, mamá.

La pobre se lanza hacia mí tan contenta que creo que está a punto de levitar. Acto seguido se pone a descargar el coche junto con papá. Sophie también se adentra en la casa, sin cargar nada, y yo me quedo quieta, observando. Parece la típica casa de pueblo, como las de las películas antiguas. Está en una calle, o mejor dicho, camino, junto a otras casas similares. La fachada es de color beis con un enorme portón de madera de color verde oscuro. Las ventanas del piso de arriba tienen una persiana de tablillas también de madera, del mismo color. Tiene un toque a iglesia; todo aquí lo tiene. Se respira tranquilidad. El canto de los pájaros es una especie de melodía relajante a la que no estoy acostumbrada. Me gusta.

—¡Hola!

Me giro desubicada y enfrente, un par de casas más arriba, veo a dos chicos. Están sentados en el portal escuchando música. ¿Cuánto tiempo llevan ahí?

—Ho… Hola —logro decir.

Uno de ellos es evidentemente mayor que el otro, que va sin camiseta y descalzo. Los dos me miran fijamente. Me doy la vuelta un poco cortada y me cubro un poco el escote con la camisa. Juraría que me estaban mirando las tetas.

 




miércoles, 24 de marzo de 2021

Inevitables: mi libro más currado


¡Miércoles Addams!

Hoy es un día importante y os voy a explicar por qué.

    Después de mucho esfuerzo, horas, quebraderos de cabeza, quejas, ansiedad, falta de tiempo, de sueño y un sinfín más de cosas, anécdotas y problemas, por fin he enviado la preventa del libro en digital. También he enviado la versión del libro en papel y ahora solo falta ver si Amazon me lo aprueba y todo está correcto. 

    El ebook, aunque lleva más trabajo, es más sencillo de modificar y me preocupa un pelín menos que el de papel (me preocupan los dos). El problema con el de papel es lo obvio, que una vez impreso, pues impreso está. Con todos su fallos. Porque sí, parece imposible que un documento que llevas revisando meses, todavía dé algún fallo, pero ocurre. 

    Hace poco leí sobre la ceguera del autor, que viene a ser que de tanto leer y repasar lo repasado, pues ya no ves y eres capaz de pasar cualquier errata por alto, por evidente que sea. Doy fe de que existe y es horrible, porque ya dudas de todo, se te vienen encima todos los miedos y de verdad, es muy estresante. 

    Más allá de la ortografría tenemos la maquetación. Otro diablo que quiere acabar conmigo. Porque para que un libro quede precioso y perfecto, antes hay que sufrir. Y aprovecho para dar las gracias a Abril Camino que me ayudó con este tema cuando le escribí por Instagram. Además, que los consejos sobre escritura de su blog han sido mi biblia (y lo seguirán siendo). Quiero agradecer también a Anny Peterson o Lady Fuxia por ayudarme con la versión en digital. Se tomó la molestia de mandarme audios explicativos y me ha salvado la vida con eso. También me han echado un cable Ana Oshiro, Tricia Ross y Selva Palacios, tres autoras y compañeras de lo más amables y dispuestas. ¡La de gente bonita que estoy conociendo en redes!

     En fin, que estoy muerta de miedo 😅 porque he hecho muchas modificaciones sobre la versión de prueba que pedí y el libro finalmente va a quedar muy diferente y mucho más compacto. He conseguido reducirlo a 370 páginas, lo cual me tiene muy contenta, pero no estaré tranquila al cien por cien hasta que lo tenga en mis manos y compruebe que está perfecto. La verdad, no sabía yo que fuese tan autoexigente, pero por lo visto sí lo soy. Por eso me está constando tanto "parir" Inevitables. Ya he comentado en alguna ocasión que siento este libro como un antes y un después y es que realmente lo es. 

    Ahora toca esperar un poco más, recibir las copias en papel y enviar para las colaboraciones, porque la publicidad también forma parte de todo este mundo y para una autopublicada es más que necesaria. 

    Ayer me preguntaba, ya viendo la luz al final del túnel, qué iba a hacer de aquí en adelante. Por un lado, el cuerpo me pide escribir. Simplemente escribir, porque es la parte que más disfruto y tengo una historia recién empezada en la que no puedo dejar de pensar. Pero también creo que ahora que tengo fresco todo el tema de maquetación y corrección, debería ponerme con el proyecto que saldrá en otoño. Aunque solo pensar en volver a pasar lo mismo... Muerte. ¿Por si esto fuera poco? Me gustaría dar un repasito a todos mis anteriores libros con mis recién adquiridos conocimientos. Esto lo haré antes o después. Si puedo mejorar algo, soy incapaz de dejarlo como está. 

    Y por eso me está costando tanto este libro y por eso necesito cerrar esta etapa. De momento, cierro esta entrada con ilusión, esperanzas, optimismo y miedo. Y dudas. Y mil cosas más. Todavía no puedo cantar victoria, pero la siento cerca. ¿Sobreviviré?

¡Hasta el miércoles que viene!

miércoles, 17 de marzo de 2021

Música en Inevitables




 ¡Miércoles Addams!
Hoy os traigo la lista de reproducción de Inevitables. ¿Mola? ¡Mola!

    Pues eso, que ya iba siendo hora de que las canciones que me han acompañado desde que escribí esta historia, vieran la luz. Siempre escribo en silencio, así que estas canciones han sonado y suenan por mi casa en mis ratos libres. Mientras me ducho, limpio, cocino... Es una forma de sentirlos cerca, de que sean reales, de que sigan vivos.

    Todas y cada una de las canciones tienen un por qué, un sentido. La lista de reproducción mantiene el orden de aparición en la historia y es una forma de vivirlo todo más intensamente, de visualizar y escuchar esa escena en cuestión. Me parece una forma súper bonita de empatizar con los personajes, de sentir todo al igual que ellos, con esa canción de fondo. 

    Las primeras páginas del libro son dedicadas a la música y explico un poco el proceso en cuestión. También nombro todas las canciones y por si eso fuera poco, ¡he creado un código QR para acceder directamente a la lista! ¿Me siento más orgullosa de esto que del libro en sí? Pues casi, porque menudo trabajito para una cromañona. La lista se llama "Inevitables" y mi perfil en Spotify es Noeleo

Venga, dejo por aquí todas las canciones: 

1. Sweet Child O' Mine, de Guns N' Roses
2. Mundo imperfecto, Sidecars
3. Terriblemente cruel, Leiva
4. La vereda de la puerta de atrás, Extremoduro
5. Demons, Imagine Dragons
6. Como si fueras a morir mañana, Leiva
7. Todo, Pereza
8. P' aquí, p' allá, La Fuga
9. Serenade, Dover
10. Si te vas..., Extremoduro
11. La revolución sexual, La Casa Azul
12. It must have been love, Roxette

    Las he escuchado tanto que jamás podré volver a escucharlas sin pensar en ellos. Ya he dicho en alguna ocasión que esta historia me ha traspasado y sin duda, la música ha sido algo clave. Ojalá os gusten las canciones, ojalá os dé gana de escucharlas mientras llega el 9 de abril, ojalá os las pongáis mientras suenan en el libro y viváis la experiencia al completo. Ojalá algo de todo esto se quede un poquito con vosotros. 

¡Quedan 23 días!


miércoles, 10 de marzo de 2021

Os presento a Cassandra y Oliver


¡Miércoles Addams!
Queda un mes para que Inevitables salga a la venta y los nervios van en aumento. ¡Qué emoción!

    Ayer en mi Instagram publiqué esta foto a modo de presentación y como siempre, hoy miércoles toca explicación. En Instagram no se puede explayar una demasiado y para eso está el blog, para hablar de lo lindo y que quien quiera saber más, pueda pasarse por aquí. ¡Sois todos bienvenidos!

    Primero, voy a recuperar lo primero que escribí sobre ellos. Fue en octubre del año pasado, justo después de la primera revisión: 

"Se trata de la historia de Cassandra y Oliver. Ella es una chica de 26 años y él está a punto de cumplir los 20. Sin hacer mucho spoiler, puedo decir que esta diferencia de edad será clave para ellos. Cassandra viene de una familia bien, trabaja como abogada, es una belleza de pies a cabeza y un poco pija, para qué negarlo. Tiene una hermana un poco (muy) excéntrica que se llama Sophie, de la misma edad de Oliver. Por otro lado, está Lara, la amiga de carrera de Cassandra y próxima compañera de piso. En medio de todo esto, no os he dicho que Cassandra tiene novio. Bueno, ella dice que no son pareja, pero Nacho está demasiado entregado. Por cierto, el NO novio es amigo de la infancia de Oliver... ¡Ah! Y también está Javi, el otro amigo de Oli, un torbellino con algún que otro secreto... A todo esto, no os he dicho nada de Oliver más que su edad. ¿Confirmamos que se ha convertido en uno de mis protas masculinos favoritos? Confirmamos. Oliver es un profundo de la vida, un intenso, un artista con un alma vieja, como él suele decir. Su talento innato es el dibujo y pretende ganarse la vida con ello. ¿Un soñador? Ya lo creo. Y un valiente. Ains, ya paro porque podría llenar un folio entero hablando de él. La historia trascurre en Madrid y al ser seis personajes, todos con su propia trama mezclada con la de los demás (sí, hay salseo del bueno) me ha resultado algo más complicada de escribir que el resto de mis libros."

    Como veis, ya dije en su momento que Oliver se había convertido en uno de mis protas masculinos favoritos y eso confesé ayer por Instagram. Cassandra es más simple que Oliver, pero me costó más escribirla, pues tenía claro que quería una prota a la que no se ame a la primera de cambio. Quería que incluso cayera un pelín mal y que nos fuera ganando poco a poco. Conmigo lo ha hecho y espero que con vosotros también.  
  
    Yo creo que con esto y la sinopsis, ya nos hacemos una idea bastante buena de lo que vamos a encontrar en este libro, aunque creo (espero) que dentro hay mucho más. 

Sinopsis:

¿Crees en el amor a primera vista?

Oliver, a sus dieciocho años, ya sabe lo que es un flechazo. Se enamoró de Cassandra nada más verla salir del coche aquel verano en el pueblo de sus padres, pero ella solo tuvo ojos para su amigo. Ahora, un año después, Oliver se muda a Madrid para probar suerte como dibujante y, lo que no imagina, es que esa historia que intentó dejar atrás, sigue muy presente.

Ella, hija de unos prestigiosos abogados, tiene claro que quiere recorrer su propio camino, llevando una vida tranquila entre documentos y su querida zona de confort. Lo que no sabe es que su vida entera está a punto de sufrir una eclosión con la llegada de un joven.

¿Qué importa la edad cuando la química es tan inevitable?

Según él, nada. Según ella, todo.

Una decisión cobarde, un juego arriesgado, secretos inconfesables… Conexión. Cassandra, Oliver, Sophie, Nacho, Lara y Javi.

El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

    Como en todos mis libros, siempre hay un trasfondo que invita a pensar, a reflexionar. Los que me habéis leído sabéis que no me gusta quedarme en la superficie de la historia y puedo decir que con esta he profundizado de lo lindo, al menos a mí me lo parece y por eso me ha tocado la fibra más que otras. Me repito, esta historia es especial, la siento como un antes y un después y espero que no deje indiferente a nadie, que la acojáis con los brazos abiertos y os haga sentir mucho. Oliver y Cassandra se han convertido en una de mis parejas favoritas y no puedo esperar a que llegue el día del lanzamiento. 

    Pero mientras tanto, sigo esperando a que me llegue la copia de prueba en papel y dar por fin el último retoque a esta historia. Ojalá pueda deciros el miércoles que viene que doy por finalizada la revisión. ¡Estoy trabajando mucho en esta novela! Ellos se lo merecen.

 ¡Nos vemos!

miércoles, 3 de marzo de 2021

Final alternativo de Mon petite Mon



 ¡Miércoles Addams!
Pues sí, marzo ya está aquí y huele a primavera por todas partes. ¿Qué tal estáis?

    Yo, ahora, mucho más relajada después de la semana anterior en la que trabajé en el nuevo libro hasta que me sangraron los ojos. Cuánto, pero cuánto trabajo tiene lanzar un libro, pero en fin... Ese es otro tema del que ya hablaré largo y tendido más adelante.

    Hoy quería hablaros de otra cosa. Hace algo más de una semana se cumplió el aniversario de Mon Petite Mon. Tres años han pasado desde ese triángulo amoroso que lo impulsó todo. Cada vez que recuerdo que estuve en la feria del libro de Madrid, es que no me lo creo. Por eso ellos siempre serán especiales, porque de algún modo (aunque yo ya había autopublicado anteriormente la bilogía Alas Negras) ellos fueron los que lo hicieron todo real. Salieron de la mano de Kamadeva editorial y fue un chute de energía, de felicidad, de ver cómo un sueño que yo no me atrevía ni a visualizar, cobraba vida. 

    Mon, Nicco, Marc, Lena, el padre de Mon, Elsa, Souvernirs, sacos de café, Francia, Madagascar, e incluso Daisy, la gata de Mon. A todos y cada uno de ellos, gracias. (Siempre imagino que mis personajes son reales y es que para mí lo son. Mucho). 

    Bueno, pues el caso es que después de tres años de su lanzamiento, por fin me he atrevido a escribir un final alternativo de la historia. Es algo que se me quedó enquistado y sabía que antes o después acabaría haciéndolo y ahora ha surgido la oportunidad. La editorial ha creado una revista gratuita que se puede descargar en su página www.kamadevaeditorial.com y el final alternativo de Mon petite Mon, sale en portada. 

    *AVISO: no se te ocurra leerlo si no te has leído el libro, porque en este final "el elegido" es el otro. ¿Mola? A mí mucho y es que ÉL también se merecía un final feliz porque, aunque en su momento no fue el elegido, yo no terminé de decirle adiós. Me gustó demasiado y me fastidió que Mon no lo escogiera, pero c'est la vie...

    En fin, que no me lío más y os dejo aquí el final alternativo de Mon petite Mon. Para vosotros, mis queridos lectores. 
 ¡Hasta el miércoles que viene!

Están siendo unos días duros. Marc se ha marchado para intentar llegar a un acuerdo comercial con el gigante americano y Nicco parece haber pasado página. Dice que no va a ser mi segundo plato ahora que «el trenzas» se ha largado. Puede que tenga razón y haya ido a buscarle solo por eso, por miedo a verme sola. Tras mucho pensarlo le mando un mensaje a Marc:

“Hola Marc. ¿Qué tal te va por el gran continente? ¿Has conseguido entrar en el mercado o se te siguen resistiendo?”

Tras diez minutos de espera, recibo su respuesta:

“Hola Mon. ¡Qué alegría saber de ti! Parece ser que por fin están entrando en razón estos americanos y estamos cerrando un acuerdo. Si todo va bien, dentro de poco tendré que volver a mi tierra para preparar un envío y me preguntaba que igual puedo parar un par de días en Barcelona y hacerte una visita. Incluso, si quisieras, podrías venir conmigo a preparar ese envío. Tómalo como unas prácticas de empresa. ¿Qué me dices?

Su respuesta me hace tanta ilusión que no dudo en contestar un rotundo «aquí estaré». El tema de irme de viaje con él ni me lo planteo, pero una fugaz visita sería la cura para todos mis males. ¿Podría vivir así? ¿Hacer mi vida normal y corriente, y aprovechar las visitas de Marc para bailar salsa y comer ceviche? Es tentador, no voy a negarlo, pero ¿qué pasa con Nicco? ¿Tan fácil voy a renunciar a él? Le cuento a Lena nuestro intercambio de mensajes y pone el grito en el cielo. Me da un sermón acerca del miedo, de la cobardía, de mis problemas para comprometerme con algo o alguien y no se puede creer que no vaya a luchar por Nicco. No quiero darlo por perdido, pero ahora mismo no estoy en condiciones de tomar una decisión. Lo mejor será esperar a que pase un poco el tiempo…

Tres semanas después

Marc y yo no hemos dejado de hablar ni un solo día y cuanto más hablamos, más me gusta. Me ha prometido que vendría lo antes posible y ese día por fin ha llegado. Es curioso cómo, a medida que iba profundizando en la relación con él, me he ido alejando de mi historia con Nicco. Supongo que el hecho de que hayamos cogido confianza más allá de la cama y la diversión, tiene algo que ver. Aunque sea a través del móvil, lo cierto es que lo siento tan cerca que casi puedo oler su exótico aroma. Nicco no ha vuelto a dar señales de vida y eso ha hecho que me enfríe aún más. No es que quiera que se arrastre por mí, pero visto lo visto, no creo que yo le gustase de verdad. Puede que sea el rencor quien habla, pero así están las cosas.

¡Estoy nerviosa! Hemos quedado en su casa, para qué andarnos con rodeos. Lo que no me imaginaba es que se le ocurriera esperarme a la salida de Souvernirs con un enorme ramo de flores y una sonrisa aún más enorme. Ni siquiera ha pasado por el almacén y aunque temo que Elsa pueda vernos, la emoción me puede. Me lanzo hacia sus brazos cual damisela enamorada y no dudamos en besarnos como si fuésemos una pareja más de las tantas que pasean por las calles.

—Te he echado de menos, pequeña Mon —me sonríe consiguiendo que se me olvide todo el mes que ha estado fuera.

—Y yo.

—Son para ti —me entrega las flores—. Ya sabes que me gustan las sorpresas.

—Puedes sorprenderme así las veces que quieras —le sonrío.

Caminamos en dirección a su casa sin dejar de hablar, como si no nos hubiésemos contado ya media vida por teléfono. Cuando llegamos, veo que Marc tiene la comida lista, la mesa decorada y que vuelve a sonar su música por todas partes. Esa mezclad de ritmos latinos que hace que nos peguemos el uno al otro como si de dos imanes se tratase. Pasamos directos a la cama, sabía que no tendría escapatoria si me encerraba aquí con él. Nos hemos devorado, nos hemos sentido, hemos vuelto a conectar la piel después de tantos días de ausencia. Necesitábamos el contacto, la proximidad, los besos, las miradas… Yo necesitaba esto y juraría que él también. La comida transcurre entre risas y caricias. Marc vuelve a decirme que cada vez le pesa más viajar solo y vuelve hacerme la pregunta que hace un mes ni siquiera tuve en cuenta.

—¿Por qué no te vienes conmigo? —susurra cogiéndome de la mano—. No me contestaste en su momento, pero quería preguntártelo en persona.

—No puedes estar hablando en serio…

—¿Por qué no? ¿Qué te ata aquí? Podría enseñarte mi mundo, el mundo entero. Sé que nos llevaríamos bien y sé que me has echado de menos tanto como yo a ti. No eres un capricho, Mon. Me gustas mucho y estos días lejos de ti no han hecho más que aumentar ese sentimiento. Podríamos intentarlo, deberíamos darnos esta oportunidad.

—Pero… Tú no eres hombre de una sola mujer, me lo has dicho varias veces. ¿Qué ha cambiado? ¿O acaso piensas que yo voy a aceptar eso?

Marc se pone muy serio y cuadra los hombros antes de hablar.

—Mira, sé cómo he sido de aquí para atrás y sé lo que llevo sintiendo desde que te conocí. Al principio quise pensar que solo eras una más, que lo nuestro no tenía futuro, pero de repente me he visto creando ese futuro, imaginándote a ti en él, estrujándome el cerebro para conseguir que todas la piezas encajen, que tú encajes en mi vida. No me había pasado esto jamás y solo por eso deberías decir que sí.

—¿Me estás chantajeando? —le digo sin poder ocultar mi sonrisa.

—Puede… A veces hay que recurrir a las malas artes para lograr tu propósito. En el amor y en la guerra todo vale, ¿no?

El debate acerca de eso nos lleva un buen rato, porque no, no todo vale, pero entiendo lo que quiere decir. Marc me enseña fotografías de sus viajes, de Madagascar, de sus cafetales y sé que no puedo rechazar algo así. Quiero darme esta oportunidad. Lena se pone echa un basilisco, pero se convierte en un mar de lágrimas con la despedida, unos cuantos días después.

—Es hora de volar, mon petite Mon. Lejos de mi cobijo, de todo lo que conoces. Es hora de salir al mundo, valiente. Es hora de vivir.

Y eso es lo que hago. Vivir todo lo que hasta ahora no he vivido. De un modo relajado, disfrutando cada instante, respirando. Vivir este gran cambio junto a Marc está siendo una lección de vida tras otra y eso nos ha llevado a enamorarnos como dos idiotas que no pueden parar de sonreírse, de tocarse, de besarse en cuanto tienen la oportunidad. Al fin y al cabo de eso se trata, de aprovechar las oportunidades que nos brinda la vida y de tener el coraje de vivirlas. ¿Quién dijo miedo?