miércoles, 3 de marzo de 2021

Final alternativo de Mon petite Mon



 ¡Miércoles Addams!
Pues sí, marzo ya está aquí y huele a primavera por todas partes. ¿Qué tal estáis?

    Yo, ahora, mucho más relajada después de la semana anterior en la que trabajé en el nuevo libro hasta que me sangraron los ojos. Cuánto, pero cuánto trabajo tiene lanzar un libro, pero en fin... Ese es otro tema del que ya hablaré largo y tendido más adelante.

    Hoy quería hablaros de otra cosa. Hace algo más de una semana se cumplió el aniversario de Mon Petite Mon. Tres años han pasado desde ese triángulo amoroso que lo impulsó todo. Cada vez que recuerdo que estuve en la feria del libro de Madrid, es que no me lo creo. Por eso ellos siempre serán especiales, porque de algún modo (aunque yo ya había autopublicado anteriormente la bilogía Alas Negras) ellos fueron los que lo hicieron todo real. Salieron de la mano de Kamadeva editorial y fue un chute de energía, de felicidad, de ver cómo un sueño que yo no me atrevía ni a visualizar, cobraba vida. 

    Mon, Nicco, Marc, Lena, el padre de Mon, Elsa, Souvernirs, sacos de café, Francia, Madagascar, e incluso Daisy, la gata de Mon. A todos y cada uno de ellos, gracias. (Siempre imagino que mis personajes son reales y es que para mí lo son. Mucho). 

    Bueno, pues el caso es que después de tres años de su lanzamiento, por fin me he atrevido a escribir un final alternativo de la historia. Es algo que se me quedó enquistado y sabía que antes o después acabaría haciéndolo y ahora ha surgido la oportunidad. La editorial ha creado una revista gratuita que se puede descargar en su página www.kamadevaeditorial.com y el final alternativo de Mon petite Mon, sale en portada. 

    *AVISO: no se te ocurra leerlo si no te has leído el libro, porque en este final "el elegido" es el otro. ¿Mola? A mí mucho y es que ÉL también se merecía un final feliz porque, aunque en su momento no fue el elegido, yo no terminé de decirle adiós. Me gustó demasiado y me fastidió que Mon no lo escogiera, pero c'est la vie...

    En fin, que no me lío más y os dejo aquí el final alternativo de Mon petite Mon. Para vosotros, mis queridos lectores. 
 ¡Hasta el miércoles que viene!

Están siendo unos días duros. Marc se ha marchado para intentar llegar a un acuerdo comercial con el gigante americano y Nicco parece haber pasado página. Dice que no va a ser mi segundo plato ahora que «el trenzas» se ha largado. Puede que tenga razón y haya ido a buscarle solo por eso, por miedo a verme sola. Tras mucho pensarlo le mando un mensaje a Marc:

“Hola Marc. ¿Qué tal te va por el gran continente? ¿Has conseguido entrar en el mercado o se te siguen resistiendo?”

Tras diez minutos de espera, recibo su respuesta:

“Hola Mon. ¡Qué alegría saber de ti! Parece ser que por fin están entrando en razón estos americanos y estamos cerrando un acuerdo. Si todo va bien, dentro de poco tendré que volver a mi tierra para preparar un envío y me preguntaba que igual puedo parar un par de días en Barcelona y hacerte una visita. Incluso, si quisieras, podrías venir conmigo a preparar ese envío. Tómalo como unas prácticas de empresa. ¿Qué me dices?

Su respuesta me hace tanta ilusión que no dudo en contestar un rotundo «aquí estaré». El tema de irme de viaje con él ni me lo planteo, pero una fugaz visita sería la cura para todos mis males. ¿Podría vivir así? ¿Hacer mi vida normal y corriente, y aprovechar las visitas de Marc para bailar salsa y comer ceviche? Es tentador, no voy a negarlo, pero ¿qué pasa con Nicco? ¿Tan fácil voy a renunciar a él? Le cuento a Lena nuestro intercambio de mensajes y pone el grito en el cielo. Me da un sermón acerca del miedo, de la cobardía, de mis problemas para comprometerme con algo o alguien y no se puede creer que no vaya a luchar por Nicco. No quiero darlo por perdido, pero ahora mismo no estoy en condiciones de tomar una decisión. Lo mejor será esperar a que pase un poco el tiempo…

Tres semanas después

Marc y yo no hemos dejado de hablar ni un solo día y cuanto más hablamos, más me gusta. Me ha prometido que vendría lo antes posible y ese día por fin ha llegado. Es curioso cómo, a medida que iba profundizando en la relación con él, me he ido alejando de mi historia con Nicco. Supongo que el hecho de que hayamos cogido confianza más allá de la cama y la diversión, tiene algo que ver. Aunque sea a través del móvil, lo cierto es que lo siento tan cerca que casi puedo oler su exótico aroma. Nicco no ha vuelto a dar señales de vida y eso ha hecho que me enfríe aún más. No es que quiera que se arrastre por mí, pero visto lo visto, no creo que yo le gustase de verdad. Puede que sea el rencor quien habla, pero así están las cosas.

¡Estoy nerviosa! Hemos quedado en su casa, para qué andarnos con rodeos. Lo que no me imaginaba es que se le ocurriera esperarme a la salida de Souvernirs con un enorme ramo de flores y una sonrisa aún más enorme. Ni siquiera ha pasado por el almacén y aunque temo que Elsa pueda vernos, la emoción me puede. Me lanzo hacia sus brazos cual damisela enamorada y no dudamos en besarnos como si fuésemos una pareja más de las tantas que pasean por las calles.

—Te he echado de menos, pequeña Mon —me sonríe consiguiendo que se me olvide todo el mes que ha estado fuera.

—Y yo.

—Son para ti —me entrega las flores—. Ya sabes que me gustan las sorpresas.

—Puedes sorprenderme así las veces que quieras —le sonrío.

Caminamos en dirección a su casa sin dejar de hablar, como si no nos hubiésemos contado ya media vida por teléfono. Cuando llegamos, veo que Marc tiene la comida lista, la mesa decorada y que vuelve a sonar su música por todas partes. Esa mezclad de ritmos latinos que hace que nos peguemos el uno al otro como si de dos imanes se tratase. Pasamos directos a la cama, sabía que no tendría escapatoria si me encerraba aquí con él. Nos hemos devorado, nos hemos sentido, hemos vuelto a conectar la piel después de tantos días de ausencia. Necesitábamos el contacto, la proximidad, los besos, las miradas… Yo necesitaba esto y juraría que él también. La comida transcurre entre risas y caricias. Marc vuelve a decirme que cada vez le pesa más viajar solo y vuelve hacerme la pregunta que hace un mes ni siquiera tuve en cuenta.

—¿Por qué no te vienes conmigo? —susurra cogiéndome de la mano—. No me contestaste en su momento, pero quería preguntártelo en persona.

—No puedes estar hablando en serio…

—¿Por qué no? ¿Qué te ata aquí? Podría enseñarte mi mundo, el mundo entero. Sé que nos llevaríamos bien y sé que me has echado de menos tanto como yo a ti. No eres un capricho, Mon. Me gustas mucho y estos días lejos de ti no han hecho más que aumentar ese sentimiento. Podríamos intentarlo, deberíamos darnos esta oportunidad.

—Pero… Tú no eres hombre de una sola mujer, me lo has dicho varias veces. ¿Qué ha cambiado? ¿O acaso piensas que yo voy a aceptar eso?

Marc se pone muy serio y cuadra los hombros antes de hablar.

—Mira, sé cómo he sido de aquí para atrás y sé lo que llevo sintiendo desde que te conocí. Al principio quise pensar que solo eras una más, que lo nuestro no tenía futuro, pero de repente me he visto creando ese futuro, imaginándote a ti en él, estrujándome el cerebro para conseguir que todas la piezas encajen, que tú encajes en mi vida. No me había pasado esto jamás y solo por eso deberías decir que sí.

—¿Me estás chantajeando? —le digo sin poder ocultar mi sonrisa.

—Puede… A veces hay que recurrir a las malas artes para lograr tu propósito. En el amor y en la guerra todo vale, ¿no?

El debate acerca de eso nos lleva un buen rato, porque no, no todo vale, pero entiendo lo que quiere decir. Marc me enseña fotografías de sus viajes, de Madagascar, de sus cafetales y sé que no puedo rechazar algo así. Quiero darme esta oportunidad. Lena se pone echa un basilisco, pero se convierte en un mar de lágrimas con la despedida, unos cuantos días después.

—Es hora de volar, mon petite Mon. Lejos de mi cobijo, de todo lo que conoces. Es hora de salir al mundo, valiente. Es hora de vivir.

Y eso es lo que hago. Vivir todo lo que hasta ahora no he vivido. De un modo relajado, disfrutando cada instante, respirando. Vivir este gran cambio junto a Marc está siendo una lección de vida tras otra y eso nos ha llevado a enamorarnos como dos idiotas que no pueden parar de sonreírse, de tocarse, de besarse en cuanto tienen la oportunidad. Al fin y al cabo de eso se trata, de aprovechar las oportunidades que nos brinda la vida y de tener el coraje de vivirlas. ¿Quién dijo miedo?

 

 

 


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