Entrevista
a Alex, de La chispa adecuada
—Hola, Alex. Mi nombre
es Noemí. Llevaba mucho tiempo queriendo hacerte esta entrevista, pues tu
estilo de vida me genera muchas preguntas. ¿Estás preparado?
—Hola,
Noemí. Encantado. Claro que sí, pregunta lo que quieras.
—Gracias. Lo primero
que quiero preguntarte es algo que ha generado bastante polémica, ya que mucha
gente no comprende cómo consigues vivir «con lo puesto», como se suele decir.
¿Puedes ser franco y decirnos de dónde sale el dinero?
—¡Vaya!
No te andas con rodeos, me gusta. Verás, resulta que cuantas más posesiones
tenemos, más dinero nos hace falta para mantenerlas. Cuando te liberas de todo
y decides vivir como un nómada, te das cuenta de que todo es mucho más sencillo
de lo que parece. Ya sabéis que me saco mi dinerillo dando clases de surf aquí
y allá, y con eso tengo de sobra para comer, alquilar las tablas y viajar.
Tengo la gran suerte de conocer a mucha gente y siempre tengo dónde hospedarme,
así que tampoco es que necesite mucho más.
—Sí, eres un suertudo,
porque me atrevería a decir que vivir así es el sueño de cualquiera.
—No
te creas. No todo el mundo vale para esto. Muchos de los que se quejan de sus
trabajos de oficina y del ritmo de vida, son los que menos se plantearían un
cambio de vida así. A la gente le gusta tener trabajos, tener propiedades,
coches y dinero. Mucho dinero. Incluso diría que a mucha de esa gente le gusta
sentirse atada, cuando lo que más ansiamos es la libertad, ¿no te parece
curioso?
—Desde luego y
comprendo lo que quieres decir. ¿Te consideras, por tanto, una persona libre?
—Desde luego. Mis padres me enseñaron a ser libre desde que nací. La
libertad es algo que puede aprenderse o desaprenderse, ¿sabes?
—¿Y eso cómo sería?
—Si
desde pequeño te dicen que eres libre para hacer, sentir, o pensar lo que
quieras, te lo crees y por lo tanto, lo eres. Es cuestión de práctica y de no
dejarnos contaminar. Por el contrario, si te dicen que tienes que ser de una
determinada forma, pensar de una manera concreta, e incluso te dicen lo que
tienes que sentir, pues también acabas creyéndotelo y terminas siendo así.
Somos moldeables y lo somos desde que nacemos hasta que morimos, así que está
en nosotros el cambio.
—Eso que dices es muy
profundo, pero admite que no es fácil.
—Algo
es fácil si quieres que lo sea. Si quieres que sea difícil, también lo será. Es
una cuestión de enfoque, de intenciones.
—Ya, pero no todo
depende de nosotros. Hay situaciones muy crueles que nos dejan sin margen de
maniobra. ¿Cómo gestionamos eso?
—¿Te
digo una frase que me encanta? No se trata de lo que te pasa, sino de lo que tú
haces con eso. A todos nos ocurren cosas ¡eso es la vida! Pero tenemos que
saber gestionar, soltar peso, centrarnos en lo verdaderamente importante y
pasar página. ¿Qué es para ti lo más importante?
—¿Para mí? ¿Por qué no
me respondes tú a eso? Seguro que es mucho más interesante.
—Lo
más importante para mí es disfrutar de la vida. Sentir. Y sentir bien. Dar las gracias
por lo que tenemos, ser amable, regalar una sonrisa, darte tiempo para hacer lo
que te gusta y saber disfrutar de las cosas sencillas. Para mí esa es la clave,
pero entiendo que esta fórmula no le funcione a todo el mundo. Al final, todos
somos diferentes y eso también está bien.
—Vale, eres adorable y
ya me tienes en el bote. ¿Te parece si te hago unas preguntas un poco más
superficiales? Para relajar un poco…
—¡Claro!
Ja ja ja. Adelante.
—¿Cuál es tu lugar predilecto
para practicar surf?
—No
puedo elegir solo uno. Australia es alucinante, Sudáfrica, Hawái, Costa Rica,
Bali… Creo que estos serían de mis favoritos.
—Si tuvieras que
quedarte a vivir en un lugar fijo, ¿cuál sería?
—¿Por
qué me haces esto? No puedo contestar. Todos los lugares me parecen perfectos
siempre que tengan playa, pero no puedo elegir. Necesito moverme por el mundo
tanto como coger olas.
—Te la concederé como
buena. ¿Comida favorita?
—Estar
siempre de un lado para otro te hace que no seas nada exquisito en este tema. Cualquier
cosa que quite el hambre y puedas pillar fácilmente. Eso sí, me gusta comer
sano.
—Vale, pues dinos una
cosa que nunca comerías y algo por lo que sientas debilidad.
—Nunca
comería nada vivo o en peligro de extinción y mi debilidad, sin duda, el
helado. Me flipa.
—¿El helado? Qué
curioso. ¿De qué sabor?
—Me
gustan todos, ¡es como una especie de obsesión! Pero creo que me quedaría con
el de fresa, sí. Podría alimentarme básicamente de helado.
—Chico de gustos
sencillos hasta para el helado. Venga, te pongo en el último aprieto. Siendo
tan práctico, no creo que tengas problemas para elegir. Si tuvieras que elegir
solo cinco cosas para pasar el resto de tu vida, ¿cuáles serían?
—¿Cinco?…
Te lo rebajo a tres. Ja ja ja.
—Encima con guasa.
Venga, sorpréndenos.
—Una
tabla de surf, eso es imprescindible. Libros, ya que paso mucho tiempo solo y
me encanta leer. Y… voy a ser práctico y voy a decir en tercer lugar el
protector solar. Aunque en realidad, y no es por presumir, creo que podría empezar
de cero en cualquier parte. Se me da bien conocer gente y ganarme la vida, y lo
demás podría ir consiguiéndolo poco a poco.
—Está claro, lo de ser
nómada lo llevas en la sangre. ¿Quieres añadir algo más antes de acabar?
—Sí,
y aunque suene a tópico, tengo que decirlo. Solo tenemos una vida. Vívela como
realmente quieras, te lo mereces.
—Vaya, precioso final…
Un placer pasar contigo este rato, Alex. Te deseo lo mejor allá por donde
vayas. Gracias por dejar que te conozcamos un poco más.
—Igualmente y gracias a ti. ¡Carpe diem!
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