¡Miércoles Addams!
Acabo de decidir que voy a inaugurar así el blog cada miércoles. Me mola.
Hoy no sabía de qué hablar, así que voy a seguir con el modo 11-11. ¿Creéis en la númerología? Yo quiero pensar que todo es real y a la vez, que nada lo es. Si hay una mínima posibilidad de que algo exista, yo decido creerlo. La numerología me gusta y forma parte de mi vida, pues siempre suelo ver las horas repetidas, como las 22:22, las 00:00 (esta me encanta) y hoy, 11 del 11, he visto las 11:11. Es que este tipo de "tonterías" me chiflan, no lo puedo evitar.
Pues bien, hoy he hecho el ánimo y he vuelto a meditar. No ha podido ser con mi querida Daniela Blume, pero ha estado bien aunque la falta de práctica la he notado. Hemos limpiado energías negativas, purificado y abierto los canales de información para recibir los nuevos códigos que nos manda este portal de energía de cara al 2021. Me siento tan bien cuando medito, como cuando escribo. Esta es la reflexión que he dejado en Instagram, pero por aquí me permito explayarme un poco más. La sensación es como despertarse de una siesta reconfortante, como después de un buen abrazo, como después del sexo.
Para mí escribir es sanador, siempre lo ha sido. La primera vez que cogí un boli para escribir mis pensamientos, lo hice por esta causa, para vacíar y sanar. No he podido dejar de hacerlo desde entonces. Veo en algunas entrevistas a escritores que la gran mayoría tienen muy claro desde pequeños que querían escribir, que es su sueño, su meta. En mi caso no ha sido así. Lo mío comenzó de puertas para adentro, por y para mí y lo de publicar surgió de manera improvisada, por ver qué pasaba, por probar. Sin pretensiones, sin intenciones. Y así ha sido hasta unos cuantos libros después. Abracé todo lo que me vino con Mon Petite Mon, como lo de asistir a la feria del libro de Madrid, hacer una presentación y tantas cosas más, pero para mí eso solo eran consecuencias de mi loca ocurrencia de subir mis ideas a una plataforma.
A día de hoy sigo igual, pero es cierto que me lo estoy tomando mucho más en serio. Puede que a raíz de un curso online con Rachel Bels, que nos dio unas claves, pautas, consejos para focalizarnos y también nos empoderó para ir a por todas. Nunca he sido de objetivos ni de metas. Siempre he sido más de ver qué pasa, ir sobre la marcha, dejar que fluya, pero hay que estar centrados para que todo tome forma y sobre todo, trabajar, dedicarle tiempo, ganas y energía y de eso voy sobrada.
A todo esto (hoy parece que se alinean los astros y no creo en las casualidades), le he pegado un buen apretón al #proyecto2021, la historia de C y O. Es mi libro número 9, pero me atrevería decir que nunca había sentido tan buenas vibraciones con ninguna historia. Y mira que la bilogía Alas negras me flipa, Mon petite Mon me parece de lo más suculenta, Aaron Wender me apasiona, Destino Islandia es diferente y muy intersante y La chispa adecuada una delicia, pero esta historia número 9 tiene algo y no sé el qué. Me está gustando muchísimo este primer repaso después de dos meses en reposo.
Mi lectora cero me dijo que no me reconocía en esta historia y puede que el haber leído tanto este año tenga que ver. También estoy aprendiendo cantidad de cosas de otros escritores por Instagram, sus blogs, consejos, todo suma. Así que puede que sea por eso o puede que no, pero las vibraciones están ahí. Las sentía mientras la escribía y las siento ahora que le estoy dando el primer repaso.
Así que de sensaciones va hoy la cosa. Tengo curiosidad por ver qué sueño esta noche tan mística, ahora que mis canales de información están abiertos. No sería la primera vez que tengo una revelación a través de los sueños y espero que no sea la última, pues las mejores ideas se nos ocurren cuando nos vamos a la cama, ¿verdad? Soñad bonito.
¡Hasta el miércoles que viene!