¡Miércoles Addams!
Después de las intensas nevadas ha llegado el verano, al parecer. Veintiún grados me marca el móvil. ¿Alguien dijo cambio climático? En fin...
Hoy se me ha ocurrido hacer un post diferente que seguramente no sirva para nada, pero como a veces me lo preguntáis, pues voy a ello. ¿Cómo lo haces? ¿Cómo te da tiempo a escribir? ¿Y encima con un niño pequeño? ¿De dónde sacas el tiempo? Etc...
Os voy a contar un secreto: cuando eres madre te das cuenta de la cantidad de horas que desperdiciabas en tu anterior vida (esa en la que podías quedarte tirada en el sofá hasta que se te cuadraba el culo).
La verdad es que yo siempre he tenido cierta facilidad a la hora de organizar tareas, entontrar el orden más productivo o lo que es lo mismo, la logística. Sé priorizar, no me preocupa que algo se quede sin hacer y si un día no puedo escribir pues no se escribe.
A lo que voy. Muchos ya sabéis que trabajo como dependienta y aunque no es una jornada completa, es un trabajo que me quita bastantes horas del día. Añadimos niño de dos años. Vale, Nicco es más bueno que el pan, pero es un niño, con todo lo que eso conlleva. No mojarlo y evitar darle de comer después de las doce de la noche 😆. También están las tareas del hogar (las odio a muerte) y mis muchas horas de sueño que oscilan entre 7 y 10. ¿Entonces? Haced la cuenta, todavía quedan horas.
El otro día Abril Camino dijo que dedicaba entre 16-18 h de su día a escribir. Qué maravilla y qué envidia sana. Lo mío me sabe a poco, ojalá pudiera dedicarle más tiempo y supongo que algún día llegará, pero prefiero centrarme en lo que sí puedo hacer dadas las circunstancias y la verdad es que no me puedo quejar. Hay días que consigo escribir un par de horas mientras el peque duerme la siesta. Los fines de semana me pego el madrugón del siglo para arañar a lo sumo 3 horas de escritura mientras todos duermen. Hay noches que me permito quedarme hasta la una de la mañana escribiendo y así, poco a poco, se van sumando las horas y las páginas.
He calculado que suelo tardar en escribir una historia entre dos y cuatro meses. Hablo solamente del proceso de redacción, porque de ahí hasta que el libro sale a la venta hay mucho, pero muchísimo más trabajo y horas invertidas. Y esas no son tan emocionantes como cuando estás metida de lleno en la historia con los personajes. Esas horas de después son las que se llevan mis dioptrías y hacen que me salgan canas, pero merece la pena.
¿Y cuándo leo? Porque leer es algo que me apasiona desde pequeña y ahora estoy que no cago con mi Kindle. Pues antes de dormir y a veces después de comer. Los fines de semana también un rato por las mañanas. Voy arañando minutos aquí y allá. Y si lo estais pensando es que hago todo eso porque ahora apenas se puede salir, os digo que no, que yo soy así de casera en condiciones normales, así que supongo que eso también influye.
Como veis, no hay trucos ni superpoderes. Ojalá me diera por hacer deporte, ya que estamos, pero siempre queda relegado a último plano. No voy a decir que no tengo tiempo, porque si quisiera también lo sacaría. Algún día. Todo pasa, todo llega, ¿no? Y hasta aquí por hoy que ya me estoy entreteniendo demasiado y toca ponerse a escribir. S y Y están esperándome desde anoche y los dejé muy tristes. Pobres. ¡Recta final de este proyecto loco! #proyectoaguacates lo podríamos llamar😅
¡Hasta el miércoles que viene!