miércoles, 8 de noviembre de 2017

Segundo capítulo de "Vuela conmigo"

Aquí, la segunda entrega de mi novela. Los que habéis leído el primer capítulo, espero que queráis saber más; eso sería buena señal. Y si no sabes de qué va, anímate y léete los dos, que la cosa se va poniendo interesante.


Negras como su sombra

Los miércoles me toca turno de tarde en la biblioteca. Casi siempre hay alguna charla interesante, pero la de hoy es especial. Eduard Pey, el famoso escritor e investigador de lo paranormal, visita la ciudad. Otros universos, seres mitológicos, extraterrestres, viajes en el tiempo... No sé en qué se basará para hacer sus estudios, pero sin duda, te hace creer que todo eso pueda ser real. Está aquí para presentar su nueva obra: “Están entre nosotros”. Estoy deseando leérmela y ojalá me regale un ejemplar firmado. Doria dirige todo y me dice que me siente en una silla junto al resto de invitados. Está claro que quiere todo el protagonismo y me parece bien. Eduard Pey comienza a hablar y su voz ronca y temblorosa hace que me pase toda la charla embobada y con la piel de gallina. Cuando termina, el público estalla en un sonoro aplauso que hace retumbar las paredes; al parecer, no soy la única que ha quedado fascinada. En la firma de libros me acerco a él y le digo que me encanta su trabajo, pero que no he podido comprar su libro, ya que me acabo de mudar. Mi plan sale como esperaba y saca un libro de su bolsa, en el que escribe: “Ojalá llegues a descubrir lo especial de esta ciudad”. Sin entender muy bien la frase, le doy las gracias y me retiro emocionada.

Se ha hecho bastante tarde, pero me apetece pasear. Durante el camino voy pensando en todo lo que ha dicho sobre los seres sobrenaturales y otros mundos. ¿Será verdad que están entre nosotros? ¿Cuántas cosas no conocemos? ¿Es cierto que vivimos en la ignorancia? Tantos datos, leyendas e historias tienen que venir de alguna parte ¿no? Empiezo a inquietarme un poco. ¿Por qué no hay nadie por la calle? Estoy a medio camino de casa y comienzo a andar más rápido. La avenida principal es demasiado larga, así que creo que es mejor atajar por las calles paralelas. Estaba totalmente convencida de mi decisión, cuando noto que alguien camina detrás de mí. Sigo mi ritmo y giro otra calle para ver si cambia de rumbo. Miro para atrás, pero no veo a nadie. Comienza a levantarse viento. Sigo caminando cada vez más rápido y con el corazón disparado. ¿Siempre ha estado tan lejos mi casa? Con la cabeza agachada y temiendo que alguien me toque por la espalda, llego por fin a mi calle y busco torpemente las llaves. Ahora solo faltaría que se me cayeran, como ocurre en toda película de terror.  Agarro el pomo de la puerta y siento correr detrás de mí una ráfaga de aire, como si fuese un coche pasando a toda velocidad. Me giro sobresaltada y veo pasar a la altura de mi cintura, una silueta oscura, una más y otra… Una mano me empuja contra la pared y me rodea con el brazo.

—¡Elah! — digo en un suspiro entrecortado.
—No te asustes, mantente tranquila y sobre todo, no se te ocurra gritar.

Las sombras se detienen en seco, son… ¿personas? Creo que estoy a punto de desmayarme, pero por suerte, Elah me sujeta contra la pared ¡Sobre todo no se te ocurra gritar, Liv! Son tres y están agachadas, como esperando. De repente, algo viene hacia nosotras. Otra sombra. Me pongo la mano en la boca para no gritar y frena frente a mí. Al ponerse de pie veo unas grandes alas negras que salen de su espalda. Se queda mirándome fijamente. Unos ojos castaños y rasgados me observan de manera penetrante. Está desnudo de cintura para arriba, mostrando un cuerpo en forma, pero no demasiado musculado, pantalones negros y tatuajes en los brazos y espalda. Algunos son como figuras geométricas y otros como líneas furiosas. Tiene el pelo oscuro y su piel es ligeramente tostada. Su rostro es tenso, labios perfectos y pendientes de aro en cada oreja. Si bien, quiero mirar sus alas, no puedo apartar la mirada de él. De pronto, cambia la expresión de su rostro y me sonríe de medio lado, la sonrisa más sexy que he visto en toda mi vida. Retrocede sin dejar de mirarme y desaparece a toda velocidad junto a las demás sombras.

—Liv, vamos muévete. Vamos dentro.
—¿Qué acaba de pasar? —Mi grito retumba en todo el pasillo.
—Ahora te cuento todo.
Elah viene al salón con dos tazas de té.
—Liv, tienes que prometerme que vas a guardar en absoluto secreto lo que te voy a contar. Hablo en serio, por tu propia seguridad.
Elah habla susurrando y comprueba que todas las ventanas están cerradas. Asiento sin poder cerrar la boca.
—Son Los Siete. Un grupo de guerreros que buscan reclutas durante la noche.
—¿Reclutas?
—Sí, son una especie de ejército que de vez en cuando rastrean las calles buscando a jóvenes a los que entrenar y poder incluir en su grupo. Rastrean durante la noche para evitar ser vistos. Créeme, no los verás a menos que ellos quieran que los veas. Algunos de nosotros soñamos con ser reclutados, otros no quieren tener nada que ver con ellos y a otros, simplemente les da igual.
—¿Y las alas y la forma en que se mueven?
—Verás Liv, son de otro lugar. Yo había oído rumores sobre ellos y sobre esta ciudad y también leí sobre otras ciudades, por eso he viajado tanto. Pero en ninguna los he conseguido ver. Solo aquí.
—¿De dónde son?
—¿Has oído hablar de universos paralelos?
—¡Estás de coña! —le digo con una risa nerviosa.
—No solo son teorías o historias de ciencia ficción. Son reales. Hay otros universos, similares al nuestro, pero con algunas diferencias. Dicen que puede haber otra versión de nosotros mismos en cualquiera de ellos. Estos universos cohabitan todos al mismo tiempo, en diferentes planos de la realidad. ¿Comprendes?
—Creo que sí, he leído mucho sobre esos temas, pero nunca imaginé que pudiera ser verdad.
—Pues lo es y te has mudado a una ciudad con conexión a uno de ellos.
La miro arrugando la frente. Nada de esto debería tener sentido, pero lo tiene.
—¿Quién más sabe de todo esto? ¿Permiten que tengáis información de lo que son y de dónde vienen?
—A nadie se le ocurriría decir nada, es una especie de pacto en el que ambos salimos beneficiados. Hacemos nuestra vida, ellos hacen la suya y en ocasiones nos cruzamos. Yo tuve la suerte de conocer a un chico que fue reclutado y fue él quien me contó todo. No puedes hablar con nadie Liv, ni con Sylvia. No sé si ella lo sabe, pero no se lo pienso preguntar. El silencio es nuestra única forma de supervivencia. No me quiero imaginar qué ocurriría si se hiciera público algo así, tanto por su parte, como por la nuestra.
—¿Quién es él?
—¿Te ha gustado verdad? No sé su nombre, pero está claro que es el jefe o capitán o como sea que se llame a sí mismo. Nunca han hablado conmigo. Los demás siempre esperan a que él llegue para ponerse de pie. Te ha sonreído —me dice en tono juguetón tocándome la rodilla.
—No seas tonta, aún no sé muy bien que pensar de todo esto. Creo que me voy a dormir, si puedo… Me echo el pelo hacia atrás y arrastro los pies hacia mi habitación sumida en un mar de dudas.
—Recuerda Liv, mañana imagina que no has visto ni oído nada sobre este tema. No te metas en líos.

Levanto la mano a modo de respuesta y cierro la puerta. No me puedo resistir a ir derecha a la ventana. ¿Es verdad todo lo que ha pasado ahí abajo y todo lo que me ha contado Elah? Sí que me ha sonreído. Es increíble. ¿Cómo se llamará? Liv, borra ya esa estúpida sonrisa de la cara y vete a dormir, es tardísimo.
Anoche me costó conciliar el sueño y una vez lo hice, no paré de soñar con extraños mundos y seres más extraños aún. Me he visto envuelta en cientos de cosas sin sentido, cada una peor que la otra y me he levantado con la sensación de no haber descansado nada. Él, sus alas, Los Siete. Me obligo a ponerme en marcha para dejar de pensar. El día transcurre lento, no consigo concentrarme en nada y estoy más torpe que de costumbre. Aún tengo en el bolso el libro que me regaló ayer Eduard Pey. Leo de nuevo la dedicatoria: “Ojalá llegues a descubrir lo especial de este ciudad”. ¿Se referirá a todo lo que pasó anoche? ¿Realmente existe una conexión? He de decir que no es un libro que se pueda leer durante mucho rato seguido, demasiada información y demasiado fantástico. ¿Fantástico o real? Creo que con cada capítulo tienes que parar y reflexionar sobre lo que has leído sino quieres volverte loca. El primer capítulo se titula: “Hay otros mundos ¿Cuántos? ¿Dónde?” El libro empieza hablando de lo obvio, otros planetas. Siempre he creído que no somos los únicos. ¿Cómo íbamos a serlo? Realidades alternativas, viajes en el tiempo y como me dijo Elah, otros universos:

Vemos el tiempo y la realidad de manera errónea. No hay un pasado, presente y futuro. Todo sucede a la misma vez. Si eres capaz de entender esto, serás capaz de entender que nuestro universo, no es el único. En otra línea del espacio-tiempo, existe un mundo similar a este en el que vivimos, pero con algunas modificaciones, claro. Quizá allí los árboles sean de color azul o los gatos tengan seis patas. En teoría, estos universos nunca tendrían que encontrarse, pero como en todo, hay fallos. La belleza de la naturaleza reside en su imperfección y se han descubierto algunas zonas del planeta con puntos huecos que podrían tener una conexión. En estas zonas el espacio entre un universo y el otro es inexistente y los dos conviven unidos ignorando completamente que lo están. Estos puntos huecos o puntos blandos, han sido objeto de numerosos estudios. Hay empresas multimillonarias que se dedican a investigar casos de esta magnitud. Si han descubierto algo o han podido cruzar, me temo que nunca lo sabremos. Tampoco sabemos si alguien del otro lado ha conseguido cruzar hasta aquí. Lo que sí sabemos es que existen y están entre nosotros”.

Las palabras de Eduard Pey me tienen totalmente absorta, pero necesito dejar de leer. Demasiada información en muy poco tiempo. Por fin se hace la hora de salir y decido irme de compras para distraerme. Cargada con unas cuantas bolsas me dirijo hasta casa; no me había dado cuenta de que prácticamente, ya ha anochecido. Estoy a punto de coger la avenida principal, cuando algo dentro de mí, me hace girar hacia las mismas callejuelas por las que anduve anoche. ¿Tengo una pequeña esperanza de volvérmelo a encontrar? Camino a paso rápido porque realmente estoy muerta de miedo, pero al parecer, no tanto como para evitar la situación. En cada esquina espero sentir el viento, ver su rostro, algo… pero el camino a casa transcurre sin problemas. Soy demasiado ilusa como para pensar que algo así se volvería a repetir. De una forma extraña, siempre me he sentido atraída hacia este tipo de temas y él… Él es como un imán gigante.
Dos meses desde que me mudé y me siento totalmente integrada. Definitivamente, hay personas que nacen en un lugar equivocado. Sylvia desayuna mientras mira el móvil y Elah creo que aún duerme.

—Buenos días Liv, ¿vas a desayunar?
—Ahora no, de camino a la biblioteca pasaré a por un zumo, soy oficialmente adicta.
—Deberías cambiar de empleo y trabajar allí, te saldrían gratis —me dice de manera divertida.

Sonrío a modo de despedida y salgo dispuesta a comenzar el día.
Ya he sido camarera durante mucho tiempo, pero los zumos de fruta gratis a diario, son toda una tentación. ¡Estaría bien que me mudase a otro país para seguir siendo camarera! La idea me hace reír. Mi tienda favorita está repleta de gente. Como siempre, selecciono la fruta que más me apetece y se la doy al chico rubio para que me haga el batido. Creo que hoy tomaré uno de mango y piña. Estoy ensimismada tratando de elegir la mejor pieza, cuando me doy cuenta de que hay otra mano escogiendo lo mismo que yo. Lleva un anillo plateado y otro de color negro. Levanto la vista y ahí está. ¡Él! No lo puedo creer. De repente, toda la sangre del cuerpo se me acumula en la cara.

—Mango y piña, gran elección —me dice de manera contundente y dulce al mismo tiempo.
No puedo moverme, ni pensar; mucho menos hablar.
—Me llamo Déniss.
¡Déniss! Yo no sé cómo me llamo. Como él quiera. Me llamo Liv. Dilo en voz alta.
—Liv.
Me sorprende su amplia sonrisa. No quiero ni imaginarme como es el gesto de mi cara en este momento. ¿Y sus alas?
—No eres de por aquí, ¿verdad?
 ¿Se refiere a esta ciudad o…?
—Me acabo de mudar, bueno hace dos meses.
—Se nota. No verás a nadie de la ciudad eligiendo mango para un batido —me sonríe.
Agacho la cabeza y por un segundo pienso en preguntarle de donde es él, pero no sé si quiero saber la respuesta y el miedo se apodera de mí.
—Me tengo que ir a trabajar.
—¿Dónde trabajas?
—En la biblioteca Mirna.
—Genial, ¿te espero a la salida?
Miles de respuestas se me pasan por la mente en medio segundo: sí, no, llévame donde quieras y que le den al trabajo, no puedo que ya he quedado, lo siento pero tengo que llevar a alguien a algún sitio…
—Vale.
Se me queda mirando esperando que diga algo más pero no se me ocurre nada.
—Me tienes que decir a qué hora terminas —dice traspasándome con la mirada.
Tomo aire.
—A las 4.
—Allí nos vemos.

Me regala una sonrisa que hace que no sea capaz de despedirme y salgo con las piernas temblando, intentando no caerme. En serio Liv, no entiendo lo que acabas de hacer. ¿Te has vuelto loca? El corazón me va tan disparado que parezco un hámster. Camino tan rápido como puedo y llego a la biblioteca rápidamente. Me voy directa al baño, necesito sentarme y respirar. Una vez superado el infarto, voy a mi puesto intentando no pensar más en lo que me queda de día, pero el reloj va mucho más lento que de costumbre y en realidad, no sé si quiero que avance. Estoy muerta de miedo. Intento leer pero es inútil. Es demasiado guapo y parecía tenso y relajado a la vez. Yo estoy tensa. Tendré que tomarme un par de cervezas. No puedo evitar sonrojarme cada vez que pienso en nuestro encuentro. Definitivamente, me sobra sangre en el cuerpo. 

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