¡Miércoles Addams!
Es jueves, pero qué más da, el verano ya no entiende de tiempos ni horarios.
Pensaba que no actualizaría el blog hasta después del verano, pero creo que ahora que yo estoy de vacaciones y a punto de ir a pasar unos días a un hotel con piscina en la playa, yo ya le estoy diciendo adiós.
Ha sido un verano complicado, por decirlo de alguna forma educada. Ha habido muchos momentos de estrés, demasiados virus y resfriados, visitas al hospital, ver con quién dejas a los niños porque nosotros seguíamos trabajando y, mientras tanto, calor. Mucho calor. Horrible y asqueroso calor con su sobredosis de sudor.
Vuelvo a estar resfriada. El último virus, del que no hace ni quince días, me dejó muda. Todos tenemos algo recurrente, alguna zona de nuestro cuerpo que se suele ver afectada más de lo normal. La mía es la voz. Y no, esto no es casualidad, he leído mucho sobre las enfermedades y las emociones, cómo están directamente relacionadas. En mi caso, sin tener yo el título de psicóloga, cosa que ya me gustaría, mis afonías se deben a que me callo demasiadas cosas. Que estoy segura de que mis amigas, las receptoras de mis audios de doce minutos no dirían que me callo nada, y puede que gracias a eso no haya perdido todavía la cabeza.
A veces sueño que grito hasta el llanto todo lo que me gustaría gritar despierta. A veces creo que escribo para liberarme, para no volverme loca, para sacar lastre y lamerme las heridas. Siempre he dicho que la escritura para mí es la mejor terapia, y lo que descubrí por casualidad en mi adolescencia ya se ha convertido en una necesidad.
Porque sí, la vida adulta es complicada, ser madre es puto difícil y estresante, el verano a cuarenta grados es un infierno y yo llevo desde mayo deseando que llegue octubre.
Pero lo que os contaba al principio, que estamos a punto de pasar unos días en el hotel que el año pasado me dio la idea del abridor y de la que surgió No vamos a ser un jodido amor de verano, y yo me he propuesto hacer que estos días se conviertan en un bonito recuerdo, sobre todo para los pequeños de la casa. Pretendo olvidarme del estrés, de las emociones negativas y centrarme en disfrutar, algo que debería hacer mucho más a menudo. ¿Lo conseguiré?
Y bien, ahora que ya me he desahogado y he dejado por escrito mis propósitos para hacerlos más reales, actualizo sobre libros.
El 18 de agosto puse la palabra Fin a Proyecto Montana. Dos meses y cinco días me ha durado. Han sido intensos, inseguros, reveladores y me han dejado una mezcla de emociones agridulces como pocas veces, pues ya he dicho que este proyecto es diferente al resto en muchas cosas. He comenzado a repasarlo así a groso modo y espero poder terminar ese repaso a la vuelta de vacaciones. Eso sí, el 1 de septiembre me pongo de lleno con parkour para que llegue a vuestras manos lo mejor posible el día 27. ¿Me dará tiempo? La pregunta del millón jeje.
Tengo una idea que me ronda la cabeza, creo que voy a escribirla en un word. Y he empezado a leerme el cuento número trece, que me está gustando mucho, pero es un tochaco que no me apetece llevarme a la playa, así que igual me llevo Los privilegios del ángel de Dolores Redondo.
Por cierto, que ya tengo un año más, otra de esas cosas que ocurren cada verano y que sigue dando quebraderos de cabeza acerca del paso del tiempo, de su relatividad, de lo efímero que es todo. Dice la gran Rosa Montero que los escritores somos seres disociados y qué verdad tan grande.
¿Será verdad que no voy a volver a escribir ninguna historia nueva hasta el año que viene? La alucinante inmensidad de las dudas flotantes verá la luz el día 27 de septiembre. Después haré todas las modificaciones de mis cero a Proyecto Toscana. Después, me pondré con el relanzamiento de Aaron Wender, una liada de la que espero no arrepentirme. Y después ya será Navidad... Con el inicio de año, recupero los derechos de Mon Petite Mon y quiero publicarlo por mi cuenta en febrero. Puede que a partir de ahí pueda ponerme a escribir, pero ¡falta muchísimo para eso! En fin, que empiezo a agobiarme y es lo último que necesito.
Iremos paso a paso, la única forma de no enloquecer. Venga, os merecéis un premio si habéis leído hasta aquí. ¿Os digo cómo se va a llamar Hola, soy Aaron Wender? Es el título que debería haber llevado, pero las prisas son muy malas, yo era joven e inexperta... jiji. Aaron Wender pasará a llamarse "Lo que soy" y saldrá a mediados de noviembre con nuevo título, nueva portada y con un interior reeditado, modificado y espero que muy mejorado. Estoy ilusionada con este proyecto, pero ni idea de cómo lo voy a hacer.
Ahora, sí que sí, me despido hasta septiembre.
Gracias por leerme😘
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