¡Miércoles Addams!
¿Llevo
sin actualizar desde febrero? Poca vergüenza…
Tengo
muuuchas cosas que contar. En realidad, no son tantas, pero son muy
importantes. En febrero os conté qué tal había ido la acogida de El tiempo en
el que fuimos libres, pero me callé que acaba de empezar a escribir Proyecto
Toscana. Supongo que no dije nada porque los comienzos no suelen gustarme
demasiado, encima me he atrevido con una historia bastante compleja por los
temas que trata, por encontrarse fuera de mi zona de confort, por estar escrita
al cincuenta por ciento o más en tercera persona.
Es
un proyecto al que le tenía ganas y también respeto, con el que he disfrutado y
también sufrido. Mucho más maduro que los anteriores y con una gran dosis de
realidad. Si todo va bien, verá la luz el año que viene, así que todavía falta
para eso. Me sorprende que con toda su complejidad haya conseguido escribirlo
en tan solo dos meses (menos tres días, para ser exactos). Me siento muy
orgullosa de esto, tenía que decirlo, y algo que me dice que no va a necesitar
grandes cambios.
No
como me está ocurriendo con No vamos a ser un jodido amor de verano. La novela
veraniega que hasta ahora se llamaba Proyecto Abridor, me está dando muchos
quebraderos de cabeza. Esto reafirma lo que siempre digo, que no porque una
historia parta de una premisa más sencilla, sea más fácil de escribir. Pero
gracias a mis cero, que han sido clave en esta historia, espero conseguir que
quede lo mejor posible y que os guste mucho. Ayer anuncié en Instagram la portada y el título y no
ha podido gustar más. ¡Os ha encantado! Me costó un poco dar con la portada,
pues llevaba una idea diferente en mi cabeza, pero cuando vi la imagen y el
juego de colores, me enamoré. Una vez más vuelvo a contar con Roma García, que
ha hecho un excelente trabajo con las letras del título y los detallitos de la
contra. Estoy muy in love con esta portada y de lleno en el repaso final, en
esa fase de pulir detalles, encontrar las que espero que sean las últimas
erratas y ver todos los cambios que he hecho de una forma global. ¡Cuántas
dudas estoy teniendo!
Otra
cosa que me ocurre, al igual que me pasó con A piel desnuda, por ejemplo, es
que siento la necesidad de justificarme, de advertir que esta historia no es
una gran novela intensa llena de drama, sino una novela sencilla, fresca,
ligera, para disfrutar y desconectar. No me gusta esta sensación de tener que
justificarme para evitar decepciones. ¿Esto forma parte del síndrome del
impostor? En fin, que la historia es la que es, que me gusta ir cambiando de
género y registro y que seguiré haciéndolo. Tal vez sería más inteligente
seguir siempre la misma línea, por aquello de fidelizar a los lectores, pero
sería tan aburrido…
Mis planes para las próximas semanas: terminar el último repaso a No vamos a ser un jodido amor de verano, hacer las correcciones, maquetar la versión en papel. Después hacer una relectura de Proyecto Toscana y enviársela a mis cero. A continuación, me voy a poner con Proyecto Parkour. Quiero dejarlo listo y maquetado para después de verano, todavía no sé fecha de publicación, pero mi intención es dejarlo listo y olvidarme de él unos meses para así poder ponerme a escribir un nuevo proyecto. ¿Cuál? Ni idea, todavía no lo sé, supongo que tiene tiempo de llamar a mi puerta mientras yo estoy afanada en todo esto. Como siempre digo, aunque quede de loca, son las historias las que me eligen a mí y no al revés.
Nos
vemos en la próxima, ni idea de cuándo será.
No hay comentarios:
Publicar un comentario