miércoles, 26 de abril de 2023

Actualización con mucho que contar

 


¡Miércoles Addams!

¿Llevo sin actualizar desde febrero? Poca vergüenza…

 

    Tengo muuuchas cosas que contar. En realidad, no son tantas, pero son muy importantes. En febrero os conté qué tal había ido la acogida de El tiempo en el que fuimos libres, pero me callé que acaba de empezar a escribir Proyecto Toscana. Supongo que no dije nada porque los comienzos no suelen gustarme demasiado, encima me he atrevido con una historia bastante compleja por los temas que trata, por encontrarse fuera de mi zona de confort, por estar escrita al cincuenta por ciento o más en tercera persona.

    Es un proyecto al que le tenía ganas y también respeto, con el que he disfrutado y también sufrido. Mucho más maduro que los anteriores y con una gran dosis de realidad. Si todo va bien, verá la luz el año que viene, así que todavía falta para eso. Me sorprende que con toda su complejidad haya conseguido escribirlo en tan solo dos meses (menos tres días, para ser exactos). Me siento muy orgullosa de esto, tenía que decirlo, y algo que me dice que no va a necesitar grandes cambios.

    No como me está ocurriendo con No vamos a ser un jodido amor de verano. La novela veraniega que hasta ahora se llamaba Proyecto Abridor, me está dando muchos quebraderos de cabeza. Esto reafirma lo que siempre digo, que no porque una historia parta de una premisa más sencilla, sea más fácil de escribir. Pero gracias a mis cero, que han sido clave en esta historia, espero conseguir que quede lo mejor posible y que os guste mucho. Ayer anuncié en Instagram la portada y el título y no ha podido gustar más. ¡Os ha encantado! Me costó un poco dar con la portada, pues llevaba una idea diferente en mi cabeza, pero cuando vi la imagen y el juego de colores, me enamoré. Una vez más vuelvo a contar con Roma García, que ha hecho un excelente trabajo con las letras del título y los detallitos de la contra. Estoy muy in love con esta portada y de lleno en el repaso final, en esa fase de pulir detalles, encontrar las que espero que sean las últimas erratas y ver todos los cambios que he hecho de una forma global. ¡Cuántas dudas estoy teniendo!

    Otra cosa que me ocurre, al igual que me pasó con A piel desnuda, por ejemplo, es que siento la necesidad de justificarme, de advertir que esta historia no es una gran novela intensa llena de drama, sino una novela sencilla, fresca, ligera, para disfrutar y desconectar. No me gusta esta sensación de tener que justificarme para evitar decepciones. ¿Esto forma parte del síndrome del impostor? En fin, que la historia es la que es, que me gusta ir cambiando de género y registro y que seguiré haciéndolo. Tal vez sería más inteligente seguir siempre la misma línea, por aquello de fidelizar a los lectores, pero sería tan aburrido…

    Mis planes para las próximas semanas: terminar el último repaso a No vamos a ser un jodido amor de verano, hacer las correcciones, maquetar la versión en papel. Después hacer una relectura de Proyecto Toscana y enviársela a mis cero. A continuación, me voy a poner con Proyecto Parkour. Quiero dejarlo listo y maquetado para después de verano, todavía no sé fecha de publicación, pero mi intención es dejarlo listo y olvidarme de él unos meses para así poder ponerme a escribir un nuevo proyecto. ¿Cuál? Ni idea, todavía no lo sé, supongo que tiene tiempo de llamar a mi puerta mientras yo estoy afanada en todo esto. Como siempre digo, aunque quede de loca, son las historias las que me eligen a mí y no al revés. 

Nos vemos en la próxima, ni idea de cuándo será. 


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