¡Miércoles Addams!
Que nooo, que no va a ser el último... Pero casi.
¡Estamos en diciembre! Un mes que siempre he odiado por trabajar en el comercio (el mes más horrible del año), pero que esta vez estoy esperando con mucha ilusión. Si todo va bien en poco más de una semana estaré de baja (ya llevo la mitad del embarazo completado) y solo tendré que dedicarme a rascarme la barrigota, pensar recetas de navidad, comer turrones y poco más. ¿No es genial? Aplauso, por favor.
Pues hoy he abierto la agenda y he visto que un día como hoy hace cuatro años publiqué Las cosas que algún día te diré. Es un libro cortito, una especie de poemario, por llamarlo de alguna forma, en el que recopilo frases y reflexiones cortas. También hablo de las frases tesoro que me encontré en su momento en los libros de Jorge Bucay y que tanto me ayudaron. Así que durante todo el día de hoy el ebook estará completamente gratis (en cuanto Amazon me lo apruebe).
¿Por qué he dicho que era el último post de año? Quedan dos miércoles más de publicar en diciembre, al hacerlo de forma quincenal, y esos dos post van a estar dedicados, como el año anterior, a un ranking de mis mejores lecturas del año. Así que esta será la última vez en 2021 que haré una entrada divagando sobre mis cosas.
En el comienzo de Las cosas que algún día te diré hablo de cómo escribir me salvó la vida. ¿Yo, dramas? En sentido metafórico, claro, pero realmente siento que fue así. Escribir fue un cambio total en mi manera de sentir, de pensar, de ser. Tan solo escribía pensamientos al azar en un folio y luego lo tiraba, pero joder, qué maravilla. Probadlo, en serio. Después de aquello me fue picando el gusanillo de escribir algo de ficción y años después aquí estamos, jugando a ser escritora jaja.
Si hay algo de lo que me siento orgullosa en la vida, a parte de haber dejado de fumar juas juas, es de haber encontrado esta terapia o via de escape o método de sanación o como queramos llamarlo que es la escritura. Por supuesto, también la lectura, pero para mí son cosas diferentes (aunque necesarias a partes iguales).
Fue en mi adolescencia cuando descubrí a Jorge Bucay gracias a una época un poco tormentosa, como todo adolescente que se precie. Ahora digo "gracias a", pero en aquella época lo estaba pasando muy mal y lo veía todo negro. Prueba de que hay situaciones por las que debemos pasar para aprender ciertas cosas y crecer como personas. De todo, incluso de lo malo (o quizá sobretodo de esto), se saca algo bueno.
Para mí han sido innumerables los momentos soñados que he vivido desde que empecé a publicar. Es mucho más de lo que siempre soñé y por eso jamás me cansaré de dar las gracias. A todo lo he me ha tocado vivir, a los libros de Jorge Bucay, a mi chico que imprimió una primera versión de mi primer libro cuando yo todavía no había decidido si iba a publicar o no. A Amazon por hacerlo posible, a la editorial Kamadeva por confiar en mí y, por supuesto, por encima de todo, a vosotros, los lectores. La parte más importante de todo.
Gracias, gracias y gracias infinitas. Espero que el 2022 nos depare muchas aventuras lecturiles en compañía.
Gracias por estar ahí.
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