Somos aire de tristeza, viento de
cambio, olas de un mar que muere en la noche y la luna que brilla iluminando
nuestras pupilas.
Somos el amanecer, verde y fresco, las hojas salpicadas por
el rocío de los que se fueron aquel día.
Somos las rocas que forman muros,
grises y ásperas, levantando distancias y regalando frío.
Somos la luz, cálida
y agradable de una sonrisa que se escapa entre lágrimas.
Somos el instante en
que tu mano tocó la mía y el mundo se detuvo sin pensarlo.
Las miradas que no
encontraron respuesta y los ojos que se desnudaron lentamente.
El olor de
aquella camisa que, al abrazar, robabas.
Somos los sueños que no sobrevivieron
a la noche y los que nos alimentan cada día.
Un sinfín de palabras mudas, que
cayeron en el olvido, de los que nunca se atrevieron a hablar.
Somos
prisioneros, de recuerdos y de anhelos, de las dudas y el quizás.
¿En algún momento fuimos
verdaderamente libres?
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